Voces de una Tarde

Como es parte de mi estilo, dije sí a una nueva aventura a pesar de la ruma de asuntos por resolver. Esta vez, la culpable del enganche fue Erika a quien de cariño siempre le digo “Erikilla” del Programa de Lengua de Señas de Paz y Esperanza de San Martín, región ubicada en la selva norte del Perú.

El trabajo era fácil, grabar una presentación de un o unos candidatos a la re elección regional, las clases y entrevistar a un par de padres o madres de familia. Para quienes me conocen y leerán esta crónica entenderán, como es obvio, que con mis grandes habilidades de grabación fílmica yo no iba a hacer todo el trabajo así que alguien más me acompañó.

No era la primera vez que salgo con Clara, la docente sorda que junto a Erika dirige el programa y menos a los otros chicos y chicas sordas de Moyobamba o Nueva Cajamarca sin embargo hoy pude observar algunas otras cosas más, quizá porque mi corazón también está en silencio o me di la oportunidad de oírlos.

Lo que vi fue la típica escena escolar de llegar al colegio y reunirte con tus amigos/as en el patio y conversar o bromearse entre ellos, mostrarse los peinados o bromear a sus profesoras.
Lo que oi al ingresar juntos al “aula” improvisada en la Biblioteca de Nueva Cajamarca fueron sonrisas y mucho silencio pero en medio de él, personas de todas las edades deseosas de ser escuchadas, de opinar y de aprender.

Además en mi primera comisión de la tarde, lo que vi y oi fue a una madre de familia y una abuelita deseosa orgullosas de que su nieto e hija hayan aprendido a comunicarse con sus manos más allá de una seña improvisada o el lanzarle piedritas para que voltee y vea quién lo llamaba.
Y aunque ambas la pasan mal económicamente o la familia se encuentre incompleta; obtienen el dinero para las movilidades desde hace dos o tres años respectivamente y los envían dos veces por semana a aprender señas.

Lo que oi, vi y sentí fue a un señor que en su momento fue candidato a la Consejería Provincial de Rioja y ahora es vocero de…(no hago propaganda política) que entre temeroso, dubitativo y con discurso bien aprendido les hablaba a los/las jóvenes y a sus padres que no estoy segura si entendieron todo lo expresado.

Pero lo que sentí más es el ímpetu con el que ellos y ellas expresaron sus preguntas al representante mucho más que las de sus padres quienes al unísono demandaron un terreno o apoyo para el sueño de una Escuela para Personas Sordas.

Lo que vi y oí pero no sentí fueron las lágrimas de este señor quien al parecer tiene problemas personales y casi lloro delante de nosotros/as por la emoción de verlos pero quizá recordando algún pasaje de su vida inconcluso o doloroso y, ¡cómo yo soy escéptica a las lágrimas de los políticos!

Lo que oi desde el corazón de todos es la alegría de Clara y de los demás quienes, según voces de las madres, esta ha sido la mejor idea: llevarlos a las clases de señas porque ahora son mas felices y no pelean con otros como antes, han hecho amigos y lo que es mejor podemos  ya comunicarnos.

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