SENTIDO DE VIVIR Y DEL DOLER

La niña Emma le pregunta a su padre, ¿Qué tiene de soporífico para ti? Y, ¿qué significa soporífico? El padre deja el periódico y le responde; “es algo que te hace dormir o quizá algo o alguien que te resulta aburrido”.

Estas frases son de una película reciente que vi anoche Vivir la Vida con la extraordinaria actuación de la actriz británica Emma Thompson y que narra la cruda historia de una paciente con cáncer de ovario avanzado y que refleja la batalla en ocasiones solitaria de los/las personas atacadas por el cangrejo como me suele llamarlo.

En contraste de las soledades espirituales o físicas de los pacientes están los afamados tratamientos en experimentación o tradicionales promovidas por los laboratorios y el “humano” trato del personal de salud quienes en ocasiones están centrados en el cumplimiento de las investigaciones, metas y análisis de los resultados de los tratamientos.

Esta realidad no esta tan lejos de la nuestra que sumado al número de pacientes que día a día acuden a los nosocomios especializados públicos o privados combinado con la precariedad de los centros públicos hace que la realidad de esta enfermedad sea más cruda que el mismo padecimiento.

En una de las escenas Emma le pregunta a su nobel oncólogo fascinado con los resultados del tratamiento, ¿Echa de menos a la gente? Lo que grafica lo deshumanizante de estos tratamientos que en ocasiones se traduce en estadísticas de éxito o fracaso y poco se reflejan las historias de vida detrás de los números.

La vida, me ha llevado a ver de cerca y de lejos cómo el cangrejo me separó de rostros conocidos y; aunque siempre lo vi lejano; hace más de un año tras un chequeo rutinario me dijeron que el cangrejo había iniciado su fase de ingreso sin invitación. Aunque aún está en el umbral de la puerta; cuando me dieron la noticia el rollo del sentido de la vida comenzó a cuestionarme y a llevarme a ver distintos escenarios de mi vida.

Esta película, que me llega en un momento en el que estoy aprendiendo a no esconderme del dolor a raíz de muchas heridas abiertas y tras leer el libro de Pilar Sordo que compré hace poco menos de un mes; no sólo me ha hecho llorar una vez más sino a ver lo frágiles que podemos ser cuando realmente el dolor, la soledad y el vacío existencial se combinan.

Es precisamente en este tiempo, que revisamos lo que somos, lo que hicimos y añoramos a quienes se fueron pero aún más extrañamos a quienes nos amaron o amamos en algún momento y ya no están cercanos porque como tú siguieron sus rutas. Cuan solo nos podemos sentir y en ocasiones muertos de corazón y del espíritu que es peor que recibir al cangrejo.

Sin embargo, en medio de todo eso es extraño como una pequeña llama; casi imperceptible hace que tu vacío o supuesta muerte te enseñe a no correrte del dolor sino más bien a aprender a convivir con él (suena masoquista pero no lo es) en las expresiones que tú lo desees; desde la rabia pasando por el inacabable llanto y la angustia de que el vacío se disuelva.

Y es en este aprendizaje que la llama de vida hace que te levantes y poco a poco asumas tu vida que nunca se detuvo sino hizo una pausa breve y te fijas que sonríes a medias, que hablas a medias y te preocupas por los demás e incluso animas a otros cuando en realidad sólo necesitas un abrazo o que tan solo te preguntes, ¿cómo estás?

Emma Thompson, como es lógico muere antes de finalizar la película pero lo hace sintiendo la necesidad de todo ser humano; esperando el amor y la ternura de una mano amiga para pasar a la muerte que sólo es una coma en la vida porque así como el dolor no hay que tenerle miedo a un episodio que sólo nos transporta a otro estadio de la vida y que para nada es soporífico.